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08.09.2023
4.097 personas se suicidaron en España en el año 2022. Una cifra que continúa la tendencia ascendente de años atrás (en 2018, la cifra alcanzó las 3.539 personas). Así, el suicidio ya constituye la principal causa de muerte entre los 15 y los 29 años en el conjunto del Estado. Y el panorama internacional no es más halagüeño. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que el suicidio es una tarea prioritaria mundial de salud pública. Su prevalencia se sitúa en torno a unas 800.000 muertes al año en todo el mundo. A este dato habría que sumar los intentos de suicidio, ya que, según datos de la OMS, por cada persona que muere por suicidio consumado existirían otras 20 que lo han intentado.
Ante esta realidad, cabe preguntarse, ¿existen personas con un mayor riesgo de suicidio? La Dra. Mónica de Lorenzo, psiquiatra de IMQ Amsa, pone de relieve que la conducta suicida «es un fenómeno complejo, multicausal y multidimensional, resultado de la interacción de diferentes factores genéticos, biológicos, sociales, psicológicos y culturales». Aunque cualquier persona puede realizar una conducta suicida, se han identificado algunos factores «que aumentan la probabilidad de que una persona decida terminar con su vida».
Tal y como destaca la experta, entre los factores personales se encuentran los antecedentes de intentos de suicidio previos; los trastornos mentales (depresión, trastorno bipolar, esquizofrenia, abuso/dependencia de alcohol u otras drogas, entre otros); enfermedades físicas graves, incapacitantes o muy dolorosas; la edad (la adolescencia y la edad avanzada son las edades de la vida con mayor riesgo de intentos y de suicidios consumados); el sexo (los hombres se suicidan más, 3.042 hombres frente a 1.055 mujeres el año pasado, aunque las mujeres son el grupo mayoritario en los intentos autolíticos; y antecedentes de suicidio en la familia.
En lo relativo a los factores sociales y ambientales, la psiquiatra de IMQ Amsa señala las pérdidas o separaciones de personas significativas, la pérdida de empleo, el fracaso escolar, el aislamiento social, la ausencia de apoyo familiar y la soledad. También, la situación económica (precariedad, pobreza), la existencia de traumas como violencia, acoso escolar/laboral, maltrato físico o psíquico, abuso sexual y la exposición al suicidio de otra persona (suicidio sensacionalista, por contagio).
La Estrategia en Salud Mental del Sistema Nacional de Salud 2019-2024 incluye como línea estratégica el abordaje integral de la prevención de la conducta suicida. «La repuesta al problema del suicidio debe involucrar a la sociedad en su conjunto, siendo necesaria la implicación y coordinación entre diferentes sectores: no solo el sector de la salud, sino también los de educación, empleo, bienestar social, justicia y otros», indica la Dra. Mónica de Lorenzo.
Para la experta, son fundamentales «las estrategias de prevención primaria, dirigidas a prevenir la incidencia del suicidio, actuando sobre los factores de riesgo modificables». Algunas de estas medidas se centran en determinantes sociales de la salud: «reducción de desigualdades sociales o erradicación de la pobreza; combatir la soledad, especialmente en los ancianos; o mejorar el acceso al sistema de salud de los más vulnerables (inmigrantes, pobres)».
En el nivel comunitario, la Dra. De Lorenzo aboga por «impulsar actividades educativas en centros escolares para promover la salud mental y prevenir comportamientos suicidas, realizar campañas de prevención de conductas adictivas, y contemplar una extensión de los cuidados paliativos de enfermedades crónicas incapacitantes que favorezca una mejor calidad de vida de estas personas y sus familias. Otras medidas, como limitar la disponibilidad de armas o medios lesivos y controlar el acceso a medicamentos, también son indispensables». También apunta que para lograr una intervención sanitaria eficaz, «es necesario unificar criterios, mejorar en la detección precoz de los factores de riesgo y definir las competencias según servicios».
El tabú y el estigma que rodean las conductas suicidas dificultan su prevención. Por ello, «es imprescindible acabar con algunos mitos e ideas erróneas sobre el suicidio, ya que así podremos identificar de forma adecuada las situaciones de riesgo y actuar de forma más eficaz», advierte la psiquiatra de IMQ Amsa, quien enumera, a continuación, algunos de estos mitos falsos y su explicación.
“Preguntar sobre el suicidio es peligroso, ya que puede incitar a cometerlo”.
Falso. «Al contrario, los estudios indican que tratar el tema de forma respetuosa y hablar sobre ello suele aliviar a quienes se lo plantean y reduce el riesgo».
“Quien lo dice no lo hace y quien lo hace no lo dice”.
Falso. «Siempre se debe tomar en serio cualquier aviso o amenaza: cerca del 80 % habían avisado o dejado entrever sus intenciones».
“Solo las personas con problemas graves se suicidan”.
Falso. «Ningún problema se debe menospreciar: lo que para alguien no es importante para otra persona puede ser fundamental».
“Las personas que se suicidan es porque tienen una enfermedad mental”.
Falso. «Tener una enfermedad mental supone un factor de riesgo de suicidio. Sin embargo, muchas personas que se han planteado el suicidio no sufren ningún trastorno mental que altere su capacidad de juicio, sino que, generalmente, están atravesando un momento de gran sufrimiento que no saben cómo afrontar».
“Si una persona está decidida a suicidarse, no hay nada que hacer”.
Falso. «Muchas personas que se plantean el suicidio muestran dudas y ambivalencia, lo que deja entreabierto un resquicio donde poder actuar».
“Los medios de comunicación no deben hablar del suicidio para evitar el efecto llamada”.
Falso. «La publicación de información responsable y adecuada por parte de los medios es fundamental y puede ayudar a prevenir el suicidio. Además, es necesario evitar tratar la información de forma sensacionalista y evitar las especulaciones, especialmente en el caso de personas famosas, ya que pueden tener más impacto mediático. La Confederación de Salud Mental España aconseja además no describir explícitamente el método empleado por la persona, evitar los detalles y no publicar fotografías o notas suicidas», explica la Dra. De Lorenzo.
¿Qué hacer si una persona cercana tiene conductas suicidas?
En casos en los que se pueda detectar la posibilidad de un intento de suicidio, la psiquiatra de IMQ Amsa aconseja: «mantenerse atento a las señales y mostrar calma, intentando mantener un contacto emocional cálido, sin invadir ni agobiar. No dejar a la persona sola hasta el momento en que pueda obtener ayuda profesional. Retirar todo tipo de material con el que pudiera hacerse daño. Ayudarle a conectar con recursos de ayuda: red de apoyo (familia, amigos), servicios sanitarios (explicarle la importancia de buscar ayuda médica o psicológica). Y, si presumimos que el riesgo es elevado o inminente, llamar al teléfono de Emergencias 112 o acudir a un servicio de urgencias».
Otras formas de ayudar en estos casos consisten en proporcionar teléfonos de ayuda y webs de información sobre suicidio para la ciudadanía, como la Línea 024 de Atención a la Conducta Suicida, «Llama a la Vida», disponible las 24 horas; el Teléfono de la Esperanza Euskadi (944 100 94); o Biziraun (Asociación de personas afectas por el suicidio de un ser querido).
Los suicidios descienden en Euskadi un 20% entre 2020 y 2021
Nueve de cada diez personas que se suicidan verbalizan su propósito con anterioridad