Sugerencias
Sugerencias principales
Ver todos los resultados de búsquedaNo se encontraron resultados para esta busqueda.
23.07.2025
La Organización Mundial de la Salud se puso como objetivo hace tres años, coincidiendo con el Día Mundial de la Hepatitis (28 de julio), lograr la eliminación de las hepatitis víricas en el año 2030. Para lograrlo, pidió a países e instituciones que fijen metas específicas: reducir en un 90% las nuevas infecciones por las hepatitis B y C; reducir en un 65% las muertes por cirrosis y cáncer de hígado; diagnosticar al menos el 90% de los casos de hepatitis B y C; y tratar al menos al 80% de las personas que reúnen los requisitos para ello.
Las iniciativas de la OMS priorizan la eliminación de las hepatitis B, C y D. A diferencia de las hepatitis víricas agudas, estos tres virus causan hepatitis crónicas que duran décadas y provocan más de un millón de defunciones al año en todo el mundo por cirrosis o cáncer de hígado; además, están detrás de más del 95% de las muertes por hepatitis.
En Euskadi, gracias los estándares sanitarios, así como de higiene y saneamiento, la situación no es tan preocupante como en otras zonas del mundo. Así, en el año 2022, según se constata en el Informe de Resultados de Vigilancia de Salud Pública 2023 (últimos datos disponibles), se registraron en el País Vasco 17 casos de hepatitis A. El 64,7% fueron mujeres y el 35,3 % hombres. El 41,2% de los casos precisó ingreso hospitalario. Desde el año 2000, ha habido picos de casos en 2007 (menos de 150), 2009 (más de 150) y 2017 (203 casos).
En 2022 se declararon 12 casos de hepatitis B. El 50% precisó ingreso hospitalario y la mediana de edad fue de 45 años. El 83,3% de los casos fueron hombres. Los datos históricos muestran una tendencia descendente en la incidencia de la enfermedad, con un ligero repunte tras el descenso observado durante la pandemia, que alcanza valores similares a los observados en los años previos.
En ese mismo año se declararon 51 casos de hepatitis C en Euskadi, de los que 1 fue una infección aguda, y 50, de nuevo diagnóstico. El 68,6% de los casos fueron hombres y el 31,4% mujeres, con edades comprendidas entre 0 y 87 años (mediana de 55).
El año 2022 se registró un caso de hepatitis D, en Araba, en una mujer de 22 años. Y en ese mismo año se cuantificaron 6 casos de hepatitis E. Todos ellos excepto uno fueron hombres. Por territorios, se identificaron 2 casos en Araba y 4 en Bizkaia.
Para conocer mejor estas infecciones, cómo se contagian, se previenen y se tratan, la Dra. Blanca Sampedro, especialista en Aparato Digestivo con atención particular a las enfermedades del hígado en el CVADI (Centro Vasco de Aparato Digestivo) y las clínicas IMQ, pone de relieve sus principales características.
En primer lugar, la experta diferencia entre una hepatitis crónica y una aguda, que es la que ocurre en los 6 meses siguientes al contagio y se autolimita. «Todos los virus que afectan al hígado principalmente (hepatitis A, B, C, D y E) la pueden producir y ser de mayor o menor gravedad, como una inflamación hepática leve, que puede no dar síntomas, hasta una hepatitis grave con ictericia (coloración amarillenta de la piel) y encefalopatía hepática (desorientación e incluso coma). Una vez se resuelve esta hepatitis, los virus A y E quedan resueltos y los pacientes quedan inmunizados, con excepción de los pacientes inmunosuprimidos, por ejemplo, los trasplantados, que si se contagian de hepatitis E, la enfermedad se puede cronificar», señala.
En el caso de la hepatitis B, «si la infección se produce en la edad adulta, en el 90% de los casos se resolverá, pero si la infección es durante la infancia, sólo el 10% se curará y el 90% se cronificará».
En lo tocante a la hepatitis C, «entre el 66% y el 75% de los casos, se cronificará». Si la infección se hace crónica (hepatitis crónica) tendrá consecuencias más o menos graves y podrá conducir con el tiempo a una cirrosis hepática (el tejido hepático se llena de “cicatrices” y el órgano no puede realizar su función). «Afortunadamente, en la actualidad se dispone de unos tratamientos muy eficaces para la hepatitis C, con unas tasas de curación del virus superiores al 95% de los casos. Además, se cuenta con unos tratamientos que permiten controlar la hepatitis B, tomando una pastilla a diario y logrando que se controle la infección con leves consecuencias», expone la hepatóloga del CVADI y de IMQ.
La Dra. Blanca Sampedro califica como «muy importante» el cribado de estas enfermedades, para detectarlas cuando no existe daño hepático e instaurar un tratamiento que evite la progresión y el desarrollo de una cirrosis. «Todos estos virus tienen una forma sencilla de ser detectados: sólo es necesario realizar una analítica de sangre, llamada serología».
Los virus de la hepatitis A y B son prevenibles con la vacunación. En España, la vacunación para la hepatitis B es universal (se vacuna a todos los niños) y la vacuna de la hepatitis A se recomienda cuando se viaja a zonas en las que la enfermedad se da de forma endémica, a todos aquellos pacientes con enfermedades hepáticas o autoinmunes y cuando se van a poner tratamientos inmunosupresores (que reducen las defensas y aumentan la probabilidad de desarrollar una hepatitis grave si se contagian). La vacunación ha conseguido reducir la incidencia de estas infecciones.
Según explica la Dra. Sampedro, la hepatitis A se puede contagiar por aguas contaminadas o al convivir con un paciente infectado; por eso, la hepatóloga de IMQ hace hincapié en la higiene de manos y en desinfectar adecuadamente los baños.
La hepatitis E también se puede contagiar por aguas contaminadas, aunque en el entorno europeo es más frecuente por el consumo de carne contaminada.
En cambio, la hepatitis B, C y D se contagian a través del contacto con la sangre o fluidos corporales de pacientes infectados. Actualmente, el cribado de la sangre previo a las transfusiones previene su contagio.
Tal y como explica la Dra. Blanca Sampedro, «las prácticas sexuales sin protección y el consumo de drogas por vía parenteral (como la punción venosa) son los principales mecanismos de transmisión de estos virus en la actualidad, habiéndose reducido esta última por el descenso de consumo de drogas inyectadas. En el caso de la hepatitis B, si la madre tiene una carga viral alta, existe el riesgo de que se produzca una transmisión durante el parto; en estos casos, se debe poner en tratamiento a la madre y se vacuna al nacer a todos los bebés. Por otra parte, la hepatitis D necesita de la hepatitis B, de modo que sólo infecta a pacientes al mismo tiempo que se infectan de hepatitis B o cuando ya están infectados. La coinfección de los virus de la hepatitis B y D suele ser más grave que la monoinfección por hepatitis B».
El cáncer de colon y recto, primera causa de muerte por cáncer en España