Sugerencias

Sugerencias principales

Ver todos los resultados de búsqueda

No se encontraron resultados para esta busqueda.

Cookies

Utilizamos cookies técnicas, de personalización, analíticas y publicitarias, propias y de terceros, para analizar el uso de nuestro sitio web y adaptar tu navegación y la publicidad que te mostramos a tus preferencias sobre la base de un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación (por ejemplo, páginas web visitadas). Puedes consultar y configurar las cookies en cualquier momento accediendo a nuestra Política de cookies.

«Todavía hay personas con miedo a tocar el botón de apertura de las puertas del metro»

08.10.2021

«Todavía hay personas con miedo a tocar el botón de apertura de las puertas del metro»

 

Hace precisamente un año, la Organización Mundial de la Salud (OMS), en relación a la celebración, el 10 de octubre, del Día Mundial de la Salud Mental, lanzaba la voz de alarma con respecto a los efectos iatrogénicos en la salud mental derivados de las políticas de prevención frente al contagio del SARS-CoV-2. En un informe, alertaban de que el duelo, el ‎aislamiento, la pérdida de ingresos y el miedo estaban generando o agravando trastornos de salud mental. ‎Muchas personas aumentaron su consumo de alcohol y otras drogas y sufrían crecientes problemas de insomnio ‎y ansiedad.

Hoy, un año después de la publicación de ese informe, muchos de estos problemas siguen vigentes. Tal y como señala el Dr. Jerónimo Melchor García-San Cornelio, psiquiatra de IMQ, «el establecimiento del estado de alarma y el confinamiento domiciliario, unido a la incertidumbre que existía con respecto a las características del nuevo coronavirus, y junto con el incesante relato mediático en el que se retroalimentaba de manera constante la alerta, provocó un estrés agudo en muchas personas. Hoy al cabo de los meses, ese estrés agudo se ha convertido en estrés crónico, debido a un miedo exacerbado ante la posibilidad de contagio».

Según ejemplifica el especialista en Salud Mental, «todavía nos encontramos con demasiada frecuencia con personas con miedo a accionar el mecanismo de apertura de las puertas del metro y que esperan a que otras lo accionen».

Según explica el Psiquiatra, «existen algunos perfiles donde estas situaciones se pueden dar con una mayor facilidad, como personas con antecedentes de trastorno obsesivo-compulsivo, hipocondríacos o con episodios anteriores de crisis de angustia o ataques de pánico. La ansiedad y el estrés ante situaciones nuevas, desconocidas y sobre las que no se tiene un control, pueden desembocar en lo que se conoce como trastornos adaptativos».

También pueden producirse en personas que tienen «estrés postraumático derivado de una convalecencia problemática y larga a causa de una COVID-19 grave, en la que incluso han podido llegar a estar varias semanas en las unidades de cuidados intensivos. O ciudadanos que han sido testigos de la muerte de personas cercanas y que, a raíz de este hecho, han generado un miedo cerval a que ellos puedan contagiarse igualmente y morir por el coronavirus. Todos ellos muestran una prevención extrema ante la posibilidad del contagio. Incluso personas mayores con respecto a sus nietos», abunda el Dr. García San Cornelio.

También saca a colación el psiquiatra la importancia del contacto físico para la salud emocional y afectiva. «Una vez que se empezó a vacunar a la población, lo que más echaba de menos la gente era abrazarse con sus seres queridos. Tocarlos y demostrarles su afecto, traspasando esa autocensura de la separación interpersonal y que cada vez era más difícil de sobrellevar. Esto fue especialmente evidente en muchas personas mayores».

Más ansiolíticos y consumo de alcohol

La OMS advirtió igualmente hace un año de que las personas que padecen trastornos ‎mentales, neurológicos o derivados del consumo de drogas también son más vulnerables a la infección por el ‎SARS-CoV-2 y podrían estar expuestos a un mayor riesgo de enfermedad grave e incluso de muerte.‎

El psiquiatra de IMQ pone de manifiesto que desde el inicio de la pandemia, «en las consultas hemos prescrito más ansiolíticos para controlar síntomas como la ansiedad y la angustia. Se hace con el fin de controlar los síntomas de angustia transitoriamente, así como reducir la irritabilidad y paliar ciertos problemas para conciliar el sueño».

Por otro lado, el experto también llama la atención con respecto al aumento del consumo de alcohol en el entorno doméstico, «originado en un primer momento por el confinamiento, y que es fuente de otros muchos problemas de violencia». El psiquiatra pone de relieve la «permisividad social» actual con respecto al consumo de alcohol, cannabis y otras drogas por parte de ciertos jóvenes, en reuniones masivas o “botellones”.

No todo lo que ha traído la pandemia es malo

La pandemia y el confinamiento sacaron a la luz innumerables historias de «terrible soledad. Ante esto, vecinos que apenas se saludaban en el portal, sin importar las diferencias de edad, se volcaron en ayudar en las necesidades de esos vecinos muy añosos o con dificultades de movilidad. Esta solidaridad y este apoyo supusieron un soporte emocional de gran importancia para estas personas», concluye el psiquiatra de IMQ.